Susana firmó un pacto con Pergolini para que deje de burlarse de su figura
Con el apoyo de Telefe, la diva logró que el conductor de CQC deje de hostigarla.
Mientras estuvo en canal 13 la molestó como una mosca pero se pasó a Telefé, le echó flit a su impronta de chico malo y terminó su vuelo en el living de la máxima diva argentina. Ese podría ser el resumen de la historia que une a Mario Pergolini con Susana Giménez, trama de amor y odio televisivo a la que no le llega ni a los talones a la de la dupla Casán-Alfano. Es que bien podríamos afirmar que al equipo de CQC sólo le faltó darse un piquito con Susana porque después de años de escuchar a Mario diciendo que la rubia es Moby Dick, aterrizar en su living equivale a asumir que quienes hicieron culto de su rol de “reyes de la selva televisiva” se convirtieron en lobitos marinos y aceptaron hacer monigotadas para regocijo de la platea del balneario. Siguiendo con la onda zoológica podríamos comentar que “por plata baila el mono” porque a Mario el pase de canal no le vino nada mal. Ahora además de tener un excelente rating (hasta se dio el lujo de ganarle a Marcelo Tinelli), CQC es el programa que más factura por segundo de publicidad y, en ese contexto, seguir gastando a la estrella histórica de la señal implicaba poner en riesgo su continuidad en el canal de las pelotas. ¿Le habrá faltado algo de eso para seguir apuntando sus dardos hacia la reina de los teléfonos? Las malas lenguas dicen que sí y las buenas, que Marito maduró. La tercera hipótesis es que “la mosca” cayó en la telaraña de su propio discurso. Pergolini siempre dijo que su humor pasa por “el chiste inteligente que no se explica”. El “eterno adolescente” dijo en varias oportunidades que su fuerte es la sutileza: “Yo no pienso en subestimar al público dando nombre y apellido de los personajes de los que hablo. Lo tiro, si lo pescás, buenísimo.” Lo extraño de todo esto es que las humoradas hacia Susana no tenían nada de sutiles. Arrojar una vaca de plástico al grito de “Susana, ¿qué te pasó?” (como hizo CQC hace unos años) y repetir hasta el hartazgo comentarios vinculados con “dinosaurios vivos” era un humor de tan básico que insultaba hasta a la inteligencia de la mosca del ícono de CQC. Cuando de Susana se trataba, la mezcla de humor con mal gusto y la confusión de la ironía con la malicia se convirtieron en sello distintivo hasta ahora, que fumaron la pipa de la paz. El encuentro televisivo con pinta de cruzada solidaria de Unicef (porque convengamos que olió a “Juntos por un amiguito”), fue tejido por las autoridades de Telefé, canal que no por casualidad, en otro tiempo eligió como slogan la palabra “Juntos”. Las gestiones para que se amiguen empezaron cuando Mario se mudó al canal y Susana comenzó a presionar para generar “la cumbre”. El acercamiento se hizo más sólido el día que la diva fue a votar en las últimas elecciones porteñas. En esa oportunidad, Gonzalito Rodríguez (movilero de CQC) fue el último periodista que abordó a Susana. Como la diva estaba de mal humor porque había tenido que atajar a centenares de cholulos anónimos y a decenas de movileros que la atosigaban para hacerle una nota, cuando llegó el turno de Gonzalito (que estaba último en la fila), la rubia respondió: “No quiero hacer la nota”. Ni corto ni perezoso, el movilero respondió con un filoso: “Yo tampoco”. El choque de titanes que en canal 13 hubiera salido el aire sin problemas terminó mediado por un canal que trata con algodones a su máxima figura y con una cintura de diva (sí Mario, reconocé que es cintura) que incluyó un llamado telefónico de ella pidiendo disculpas por su mal talante el día de la votación. De eso se colgaron las autoridades del canal para ir por más. ¿El resultado? El impensado dúplex que tuvo lugar hace un mes. El primer encuentro (virtual) entre Susana y Mario fue cuando Su le pasó el programa a CQC y ambos intercambiaron un diálogo televisado en el que ella apuró al preguntar: “¿Cuándo nos vamos a ver, Mario?” El escapó por la tangente al responder: “Eh... Mis abogados dicen que dos o tres charlas más como estas y vamos...”. Lo cierto es que papel de “abogado” (¿del diablo?) bien podría encarnarlo Gustavo Yankelevich. El mismísimo productor general de Susana se sorprendió cuando ella blanqueó al aire que, de concretarse el encuentro, sería en “su casa” (el living de su programa). El dúplex terminó con ella acotando: “Los dejo (con CQC) porque ya estoy ocupando su lugar” y el equipo de (ex) ácidos retrucando: “¡Nunca ocupás lugar!”. Mario confesó luego: “Creí que nos iba a mandar a la m...” pero, como quien ríe último ríe mejor, el que tuvo que ir al pie (perdón, al living) resultó él. La actriz y conductora que comenzó hace décadas como modelo publicitaria opinó: “Con el tiempo me volví más espiritual. La verdad es que no me gusta tener enemigos. Quiero que todo el mundo me quiera. Salvo honrosas excepciones, en este medio a nadie le importa si jode al otro. Hablan de los demás como si no tuvieran corazón y cuando hablan mal de mí, me duele”. Debido a esta preferencia por la pipa de la paz, hace un tiempo había declarado: “Me parece que Pergolini tiene que cambiar de speach (discurso) cuando habla de mí porque yo no estoy gorda”. La dueña de un glamoroso celular dorado hizo sonar a su eterno rival porque, jugando de local por su liderazgo indiscutido en Telefé, obligó a su hostigador a bajarse de una pelea que se había convertido en su caballito de batalla. En fin, la diva le hizo a Mario una digna jodita para Tinelli .
Susana Giménez logró que su último enemigo bajara su nivel de burlas y firmara un pacto de no agresión para olvidarse de las bromas pesadas de CQC.
El acercamiento comenzó cuando Susana debía entregarle el aire a Pergolini.
Gonzalito fue el pintapié inicial del encuentro porque tuvo un cruce con la diva que hizo que ella aplicara cintura (sí, cintura) y diera el primer paso por la paz.
Con el apoyo de Telefe, la diva logró que el conductor de CQC deje de hostigarla.
Mientras estuvo en canal 13 la molestó como una mosca pero se pasó a Telefé, le echó flit a su impronta de chico malo y terminó su vuelo en el living de la máxima diva argentina. Ese podría ser el resumen de la historia que une a Mario Pergolini con Susana Giménez, trama de amor y odio televisivo a la que no le llega ni a los talones a la de la dupla Casán-Alfano. Es que bien podríamos afirmar que al equipo de CQC sólo le faltó darse un piquito con Susana porque después de años de escuchar a Mario diciendo que la rubia es Moby Dick, aterrizar en su living equivale a asumir que quienes hicieron culto de su rol de “reyes de la selva televisiva” se convirtieron en lobitos marinos y aceptaron hacer monigotadas para regocijo de la platea del balneario. Siguiendo con la onda zoológica podríamos comentar que “por plata baila el mono” porque a Mario el pase de canal no le vino nada mal. Ahora además de tener un excelente rating (hasta se dio el lujo de ganarle a Marcelo Tinelli), CQC es el programa que más factura por segundo de publicidad y, en ese contexto, seguir gastando a la estrella histórica de la señal implicaba poner en riesgo su continuidad en el canal de las pelotas. ¿Le habrá faltado algo de eso para seguir apuntando sus dardos hacia la reina de los teléfonos? Las malas lenguas dicen que sí y las buenas, que Marito maduró. La tercera hipótesis es que “la mosca” cayó en la telaraña de su propio discurso. Pergolini siempre dijo que su humor pasa por “el chiste inteligente que no se explica”. El “eterno adolescente” dijo en varias oportunidades que su fuerte es la sutileza: “Yo no pienso en subestimar al público dando nombre y apellido de los personajes de los que hablo. Lo tiro, si lo pescás, buenísimo.” Lo extraño de todo esto es que las humoradas hacia Susana no tenían nada de sutiles. Arrojar una vaca de plástico al grito de “Susana, ¿qué te pasó?” (como hizo CQC hace unos años) y repetir hasta el hartazgo comentarios vinculados con “dinosaurios vivos” era un humor de tan básico que insultaba hasta a la inteligencia de la mosca del ícono de CQC. Cuando de Susana se trataba, la mezcla de humor con mal gusto y la confusión de la ironía con la malicia se convirtieron en sello distintivo hasta ahora, que fumaron la pipa de la paz. El encuentro televisivo con pinta de cruzada solidaria de Unicef (porque convengamos que olió a “Juntos por un amiguito”), fue tejido por las autoridades de Telefé, canal que no por casualidad, en otro tiempo eligió como slogan la palabra “Juntos”. Las gestiones para que se amiguen empezaron cuando Mario se mudó al canal y Susana comenzó a presionar para generar “la cumbre”. El acercamiento se hizo más sólido el día que la diva fue a votar en las últimas elecciones porteñas. En esa oportunidad, Gonzalito Rodríguez (movilero de CQC) fue el último periodista que abordó a Susana. Como la diva estaba de mal humor porque había tenido que atajar a centenares de cholulos anónimos y a decenas de movileros que la atosigaban para hacerle una nota, cuando llegó el turno de Gonzalito (que estaba último en la fila), la rubia respondió: “No quiero hacer la nota”. Ni corto ni perezoso, el movilero respondió con un filoso: “Yo tampoco”. El choque de titanes que en canal 13 hubiera salido el aire sin problemas terminó mediado por un canal que trata con algodones a su máxima figura y con una cintura de diva (sí Mario, reconocé que es cintura) que incluyó un llamado telefónico de ella pidiendo disculpas por su mal talante el día de la votación. De eso se colgaron las autoridades del canal para ir por más. ¿El resultado? El impensado dúplex que tuvo lugar hace un mes. El primer encuentro (virtual) entre Susana y Mario fue cuando Su le pasó el programa a CQC y ambos intercambiaron un diálogo televisado en el que ella apuró al preguntar: “¿Cuándo nos vamos a ver, Mario?” El escapó por la tangente al responder: “Eh... Mis abogados dicen que dos o tres charlas más como estas y vamos...”. Lo cierto es que papel de “abogado” (¿del diablo?) bien podría encarnarlo Gustavo Yankelevich. El mismísimo productor general de Susana se sorprendió cuando ella blanqueó al aire que, de concretarse el encuentro, sería en “su casa” (el living de su programa). El dúplex terminó con ella acotando: “Los dejo (con CQC) porque ya estoy ocupando su lugar” y el equipo de (ex) ácidos retrucando: “¡Nunca ocupás lugar!”. Mario confesó luego: “Creí que nos iba a mandar a la m...” pero, como quien ríe último ríe mejor, el que tuvo que ir al pie (perdón, al living) resultó él. La actriz y conductora que comenzó hace décadas como modelo publicitaria opinó: “Con el tiempo me volví más espiritual. La verdad es que no me gusta tener enemigos. Quiero que todo el mundo me quiera. Salvo honrosas excepciones, en este medio a nadie le importa si jode al otro. Hablan de los demás como si no tuvieran corazón y cuando hablan mal de mí, me duele”. Debido a esta preferencia por la pipa de la paz, hace un tiempo había declarado: “Me parece que Pergolini tiene que cambiar de speach (discurso) cuando habla de mí porque yo no estoy gorda”. La dueña de un glamoroso celular dorado hizo sonar a su eterno rival porque, jugando de local por su liderazgo indiscutido en Telefé, obligó a su hostigador a bajarse de una pelea que se había convertido en su caballito de batalla. En fin, la diva le hizo a Mario una digna jodita para Tinelli .
Susana Giménez logró que su último enemigo bajara su nivel de burlas y firmara un pacto de no agresión para olvidarse de las bromas pesadas de CQC.
El acercamiento comenzó cuando Susana debía entregarle el aire a Pergolini.
Gonzalito fue el pintapié inicial del encuentro porque tuvo un cruce con la diva que hizo que ella aplicara cintura (sí, cintura) y diera el primer paso por la paz.
3 comentarios:
pergolini no es burlon
tiene humor acido,SOLO para inteligentes
observaste que incluso se rie de si mismo?
poca gente tiene esa capacidad,de reirse de sus propios errores,es para gente de alto nivel
besos lor
Esto de donde lo sacaste?
No me digas que lo escribiste vos...
Pergolini es un caradura, un transero peor que los transeros que él señala con el dedo.
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