Susana Giménez: "Yo no lloro ni aunque me pise el 60"
Dice que el encuentro con el Dalai Lama, hace cinco meses, le cambió la vida y la conmovió. A partir de ahí se hizo vegetariana y se volvió "más serena". A pocos días de comenzar la 21ª temporada de "Susana Giménez", abre las puertas de su casa y de su intimidad para compartir su viaje a la India y su regreso a la TV. Jura que no piensa en llegar a los 40 años de pantalla.
Por: Silvina Lamazares
Su relato indica que hay un antes y un después en su vida a partir del viaje a la India. Sin embargo, hay cosas que ni el más oriental de los destinos puede cambiar. Y es su mismo relato el que pinta a Susana Giménez con los nuevos tonos pasteles... sumados a las estridencias de siempre: "En Kerala fui a un centro ayurvédico (donde se practica una ciencia médica milenaria) en el que te hacen una serie de masajes y lavados para limpiar cuerpo y alma. Es un tratamiento espiritual que te armoniza. Lo único que no me gustaban mucho eran los baños de aceite que me hacían en la cabeza. I have extensions, les decía... Se me caían las extensiones del pelo, un horror".En el living de su casa hay fotos de sus "grandes momentos" -ella con Alain Delon, ella en una pirámide de Egipto, ella con ex presidentes-, pero todavía no puso la de su encuentro con el Dalai Lama -el 21 de enero-, que según su escala "debería estar ahí, enorme, con un portarretratos precio so. Ya la voy a poner... Hace mucho que no renuevo la decoración", reconoce la anfitriona, con poco maquillaje y mucha soltura para convertir su última travesía en un mundo de sensaciones. Deolinda le acerca un vaso de agua mineral "normal, ni fría ni caliente... Allá aprendí que no es bueno consumir con temperaturas extremas. Ah, también me hice vegetariana y no sabés lo bien que me siento. Me dolía este dedo, siempre, y ahora no me duele más. O sea que el ácido úrico...".¿No extrañás un churrasquito?El otro día Marley me hizo un asado y cuando llegué había un olorcito a chorizo que dije "Dios mío, ¿qué es esto?". Me encanta, probé una puntita y me cayó pésimo.Susana pasa del enriquecimiento espiritual al cambio de hábitos sin escalas. Todo sin solemnidades ni discursos armados. No es de las que dicen que la India es un viaje de ida ni que ahora todo lo mire a través del cristal zen de la superación: "Soy la misma de siempre, tal vez más serena y más limpia por dentro. En ese centro de Kerala me revisaron, me explicaron qué debía comer y qué no y después me hicieron la limpieza".¿Había mucho por limpiar?Y, sí, mucha porquería durante mucho tiempo. Pastillas para dormir, alcohol... no es que lo suspendí, pero ya no tomo como antes. Estoy en una copita de vino cada tanto. Y hasta el año pasado esperaba la hora de brindar por todo. Me encantaba darle al vinito después del programa.La mujer que armó una dieta en base a milanesa de soja y arroz integral deberá cambiar, entonces, la ceremonia del después a partir del lunes, cuando comience la 21ª temporada de Susana Giménez (a las 20.30, por Telefé). A la hora de la charla, mientras los televisores deben estar devolviendo el detrás de escena del festejo de Almorzando con Mirtha Legrand, la dueña de casa asegura que "ni loca me veo cumpliendo 40 años en la tele. A Chiquita la admiro profundamente, pero a mí cada año me cuesta más seguir. Me fascina hacer el programa y me conmueve la devolución de la gente, aunque tengo ganas de disfrutar más el día a día. Me he pasado la vida en un camarín, ya sea de cine, teatro o televisión. He trabajado como una bestia, por eso cuando puedo viajo, descubro cosas... Haber ido a la India se transformó ya en un sueño cumplido. Lo venía planeando hacía 15 años".De ese último paseo, su media hora de gloria con el Dalai Lama quedó protegida como en un dobladillo de los buenos recuerdos: "Fue un encuentro muy profundo y muy emocionante. Pensá que yo no lloro ni aunque me pise el 60... y, sin embargo, lo vi y no podía parar. Estaba muy conmovida".Pero has llorado alguna vez, ¿o no?Muy poco, te lo juro, no me sale. Quiero llorar a veces, pero no puedo. Mercedes me dice "no hagas fuerza, mamá, no te sale. Yo veo a otras figuras, como la Chiqui o Moria (Casán), que lloran naturalmente... Lo cierto es que cuando vi al Dalai se me cayó todo, me atrapó su aura. Y tuvimos una charla increíble. El no da consejos, sólo me dijo que había tres cosas que había que hacer en la vida: sentir compasión, no tener pensamientos negativos y evitar la furia. Y si bien nunca fui belicosa, ahora estoy con más calma. Y me regaló unos libros y una bufanda para equilibrar. Me dijo que me la pusiera cuando me sintiera desarmonizada.¿Ya la usaste?No, se ve que estoy en armonía.Entregada a la charla, se echa en el sillón y diluye cualquier atisbo ajeno de ceremonial. Lo que para muchos podría ser La casa de la señora Susana Giménez -en una cuadra vigilada desde varios ángulos- se transforma ahora en unrincón para un mano a mano sin testigos, en el que ella cuenta, por caso, que en la última reunión con la gente de su revista (Susana, que en su primer número lleva vendidos casi 100 mil ejemplares) habló de "cómo son los pibes de ahora, nada que ver con cuando yo era chica. A mí ni se me ocurría decir estoy aburrida. Además no te daban pelota. Te las tenías que ingeniar para entretenerte... Cuando me llevaban a Córdoba, por ejemplo, hacía 40 grados al mediodía, todos se iban a dormir la siesta y yo me arreglaba como podía: hacía una casita en el árbol, o me inventaba historias o creaba títeres con engrudo y diarios, que me salían horribles, pero me divertía. Antes tu papá te decía No y era No. Ahora un pendejo de 6 años te retruca con un ¿Cómo no? Dame una explicación lógica de por qué me estás negando esto".Susana va y viene en el tiempo, como quien juega con las palabras, sin quitárselas a ningún tema. Sabe que, desde el lunes, aparecerá en la mira verbal de aquellos que hacen tele de la tele, pero el punto no le quita el sueño. Y no precisamente porque no le procupe: "Mi gente tiene prohibido contarme cuando hablan mal de mí, cuando hablan con mala intención, cuando aparece la crítica despiadada. Trato de enterarme sólo de las cosas buenas".Ah, bueno, leés una suerte de "diario de Yrigoyen"...Sí, totalmente, diario de Yrigoyen a full. Si igual no les voy a contestar, para qué me voy a amargar. Si yo pudiera, al menos, darles una patada para soltar la bronca...Ahora tenés que cumplir con los mandamientos del Dalai.De alguna manera los tuve siempre, pero a veces me tomé algunos permisos.
Dice que el encuentro con el Dalai Lama, hace cinco meses, le cambió la vida y la conmovió. A partir de ahí se hizo vegetariana y se volvió "más serena". A pocos días de comenzar la 21ª temporada de "Susana Giménez", abre las puertas de su casa y de su intimidad para compartir su viaje a la India y su regreso a la TV. Jura que no piensa en llegar a los 40 años de pantalla.
Por: Silvina Lamazares
Su relato indica que hay un antes y un después en su vida a partir del viaje a la India. Sin embargo, hay cosas que ni el más oriental de los destinos puede cambiar. Y es su mismo relato el que pinta a Susana Giménez con los nuevos tonos pasteles... sumados a las estridencias de siempre: "En Kerala fui a un centro ayurvédico (donde se practica una ciencia médica milenaria) en el que te hacen una serie de masajes y lavados para limpiar cuerpo y alma. Es un tratamiento espiritual que te armoniza. Lo único que no me gustaban mucho eran los baños de aceite que me hacían en la cabeza. I have extensions, les decía... Se me caían las extensiones del pelo, un horror".En el living de su casa hay fotos de sus "grandes momentos" -ella con Alain Delon, ella en una pirámide de Egipto, ella con ex presidentes-, pero todavía no puso la de su encuentro con el Dalai Lama -el 21 de enero-, que según su escala "debería estar ahí, enorme, con un portarretratos precio so. Ya la voy a poner... Hace mucho que no renuevo la decoración", reconoce la anfitriona, con poco maquillaje y mucha soltura para convertir su última travesía en un mundo de sensaciones. Deolinda le acerca un vaso de agua mineral "normal, ni fría ni caliente... Allá aprendí que no es bueno consumir con temperaturas extremas. Ah, también me hice vegetariana y no sabés lo bien que me siento. Me dolía este dedo, siempre, y ahora no me duele más. O sea que el ácido úrico...".¿No extrañás un churrasquito?El otro día Marley me hizo un asado y cuando llegué había un olorcito a chorizo que dije "Dios mío, ¿qué es esto?". Me encanta, probé una puntita y me cayó pésimo.Susana pasa del enriquecimiento espiritual al cambio de hábitos sin escalas. Todo sin solemnidades ni discursos armados. No es de las que dicen que la India es un viaje de ida ni que ahora todo lo mire a través del cristal zen de la superación: "Soy la misma de siempre, tal vez más serena y más limpia por dentro. En ese centro de Kerala me revisaron, me explicaron qué debía comer y qué no y después me hicieron la limpieza".¿Había mucho por limpiar?Y, sí, mucha porquería durante mucho tiempo. Pastillas para dormir, alcohol... no es que lo suspendí, pero ya no tomo como antes. Estoy en una copita de vino cada tanto. Y hasta el año pasado esperaba la hora de brindar por todo. Me encantaba darle al vinito después del programa.La mujer que armó una dieta en base a milanesa de soja y arroz integral deberá cambiar, entonces, la ceremonia del después a partir del lunes, cuando comience la 21ª temporada de Susana Giménez (a las 20.30, por Telefé). A la hora de la charla, mientras los televisores deben estar devolviendo el detrás de escena del festejo de Almorzando con Mirtha Legrand, la dueña de casa asegura que "ni loca me veo cumpliendo 40 años en la tele. A Chiquita la admiro profundamente, pero a mí cada año me cuesta más seguir. Me fascina hacer el programa y me conmueve la devolución de la gente, aunque tengo ganas de disfrutar más el día a día. Me he pasado la vida en un camarín, ya sea de cine, teatro o televisión. He trabajado como una bestia, por eso cuando puedo viajo, descubro cosas... Haber ido a la India se transformó ya en un sueño cumplido. Lo venía planeando hacía 15 años".De ese último paseo, su media hora de gloria con el Dalai Lama quedó protegida como en un dobladillo de los buenos recuerdos: "Fue un encuentro muy profundo y muy emocionante. Pensá que yo no lloro ni aunque me pise el 60... y, sin embargo, lo vi y no podía parar. Estaba muy conmovida".Pero has llorado alguna vez, ¿o no?Muy poco, te lo juro, no me sale. Quiero llorar a veces, pero no puedo. Mercedes me dice "no hagas fuerza, mamá, no te sale. Yo veo a otras figuras, como la Chiqui o Moria (Casán), que lloran naturalmente... Lo cierto es que cuando vi al Dalai se me cayó todo, me atrapó su aura. Y tuvimos una charla increíble. El no da consejos, sólo me dijo que había tres cosas que había que hacer en la vida: sentir compasión, no tener pensamientos negativos y evitar la furia. Y si bien nunca fui belicosa, ahora estoy con más calma. Y me regaló unos libros y una bufanda para equilibrar. Me dijo que me la pusiera cuando me sintiera desarmonizada.¿Ya la usaste?No, se ve que estoy en armonía.Entregada a la charla, se echa en el sillón y diluye cualquier atisbo ajeno de ceremonial. Lo que para muchos podría ser La casa de la señora Susana Giménez -en una cuadra vigilada desde varios ángulos- se transforma ahora en unrincón para un mano a mano sin testigos, en el que ella cuenta, por caso, que en la última reunión con la gente de su revista (Susana, que en su primer número lleva vendidos casi 100 mil ejemplares) habló de "cómo son los pibes de ahora, nada que ver con cuando yo era chica. A mí ni se me ocurría decir estoy aburrida. Además no te daban pelota. Te las tenías que ingeniar para entretenerte... Cuando me llevaban a Córdoba, por ejemplo, hacía 40 grados al mediodía, todos se iban a dormir la siesta y yo me arreglaba como podía: hacía una casita en el árbol, o me inventaba historias o creaba títeres con engrudo y diarios, que me salían horribles, pero me divertía. Antes tu papá te decía No y era No. Ahora un pendejo de 6 años te retruca con un ¿Cómo no? Dame una explicación lógica de por qué me estás negando esto".Susana va y viene en el tiempo, como quien juega con las palabras, sin quitárselas a ningún tema. Sabe que, desde el lunes, aparecerá en la mira verbal de aquellos que hacen tele de la tele, pero el punto no le quita el sueño. Y no precisamente porque no le procupe: "Mi gente tiene prohibido contarme cuando hablan mal de mí, cuando hablan con mala intención, cuando aparece la crítica despiadada. Trato de enterarme sólo de las cosas buenas".Ah, bueno, leés una suerte de "diario de Yrigoyen"...Sí, totalmente, diario de Yrigoyen a full. Si igual no les voy a contestar, para qué me voy a amargar. Si yo pudiera, al menos, darles una patada para soltar la bronca...Ahora tenés que cumplir con los mandamientos del Dalai.De alguna manera los tuve siempre, pero a veces me tomé algunos permisos.
"Odio que me digan 'estirá"
El lunes, Susana Giménez estrenará horario: pasará de su clásica franja de las 20 a las 20.30. "Todo bien, pero a las nueve y media en punto termino. Este gestito no lo quiero ver más", desafía Susana, mientras ensaya, con las manos, una suerte de estiramiento infinito. "Odio que me digan estirá. No quiero depender de ese aparatito del minuto a minuto. el rating me importa, claro, pero no voy a permitir que me vuelva ni loca ni me condicione el contenido. No quiero impacto ni búsqueda de efecto, ni nada de eso. Este año vamos a tener el mismo tono cuidadoso del año pasado", que fue cuando Gustavo Yankelevich pasó a producir el ciclo de Telefé.Entre las novedades de esta temporada, "habrá modificaciones en el juego de los perros (mascotas de famosos en un laberinto), pero seguirá porque ya es un clásico. Y estrenaremos algunas secciones con las que ayudaremos a la gente, con plata, con soluciones, con lo que se pueda".En su primera emisión, entre otros famosos de los que guardan el nombre bajo siete llaves, Antonio Gasalla visitará su living, a caballito entre personaje invitado del día y personaje del programa: "Este año va a estar con Mamá Cora o con lo que él quiera, pero no tanto como el año pasado, que venía siempre. Aparecerá de vez en cuando".
Un cuento con final feliz
A modo de cuento, en el primer número de Susana, la directora de la revista publicó una anécdota de su vida, junto a Carlos Monzón, una de sus ex parejas. De pluma y letra, Susana recordaba, en una de las páginas —que funcionará como sección fija— el día en que estaban de paseo por Mar del Plata y se les acercaron unos pingüinos. Ante el deseo de ella de "tocar uno", el boxeador "desmayó a uno de un piedrazo para poder cargarlo al hombro y traérmelo... Y lo que salió publicado es lo que sucedió, pero me parece que hay gente que creyó que Carlos lo había matado. Y nada que ver. El pingüinito quedó desmayado y después se recuperó. Lo lavé y lo devolví al mar".¿Un cuento con final feliz?Y sí, si podés aclarémoslo en la nota, dale.
Susana versión 2018
Adriana Bruno
Susana se parece cada vez más a Mirtha. Como buenas divas, y acaso comparables sólo con Maradona, gozan de la impunidad para hacer y decir lo que se les dé la gana. Siempre que sea con estilo. Y si un día, con los años, Mirtha decidió usar esa suerte de pedestal para convertirse en una buena entrevistadora, exenta de cualquiera de los posibles "tics" de un periodista, cabe dudar de que Susana haya decidido seguir siendo siempre igual a sí misma. El misterio es: ¿en qué la veremos reconvertirse? ¿Acaso en la representación de las mujeres que mucho saben de la vida? ¿En un misterio a lo Garbo? ¿en el ícono, tipo Ophrah Winfrey, de la estrella de TV millonaria y... solidaria? ¿En qué florecerá Giménez cuando finalmente el shock marchite?
La película que le cambió el look
Jura que ve poca tele abierta y que prefiere, lejos, el cable. Y del cable, los canales de noticias y los de películas. Y de las películas, entre "miles que vi", se queda con Gilda (y su adorada Rita Hayworth) y con La princesa que quería vivir. "En realidad, Gilda era la favorita de mi vieja y luego yo me hice fan de Rita, que me mató en Salomé. Pero de cuando yo era chica me quedo con La princesa... Me acuerdo de ese día como si fuera hoy: fui al cine con mi abuela y salí de ahí y me hice cortar el pelo como el personaje de Audrey Hepburn. Ella era una princesa que tenía el pelo por acá y un día, harta, se escapó del palacio y descubrió que podía andar por la calle sin que nadie la reconociera. Conoció a un periodista, interpretado genialmente por el divino de Gregory Peck, y se fueron a pasear, a tomar helado, a andar en moto. De pronto entró a una peluquería chiquita y se hizo un corte espectacular, bien cortito. Todas queríamos ser ella".
1 comentario:
menos mal q aclaro lo de los pinguinos......
no fue muy feliz ese realato.
la proxima q maten a una vaca....
jajaj
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