Su editorial

En la película Notting Hill (si nunca la vieron, no se la pierdan), Julia Roberts, interpretando a una megaestrella de cine, le dice a su coprotagonista (Hugh Grant): "Por favor, no te olvides nunca que después de todo, sólo soy una mujer enamorada, pidiéndole a un chico que la ame". Luego, en otra escena, ambos sufren el asedio escandaloso de los medios y (desde su lógica de anónimo librero) Grant le dice a Julia: "Ese diario que hoy dice cosas horribles sobre vos y te parece tan importante, mañana no tendrá otro valor que el de ser usado para envolver huevos en algún supermercado".
¿Cuál de las dos visiones es la real? Sin duda, las dos, una persona pública, ama, se equivoca, sufre y es feliz igual que cualquier otra, y seguramente la noticia que hoy se discute obsesivamente en los medios, mañana no le importará más a nadie. El punto es que, aunque uno sea consciente de esto, les puedo asegurar que es durísimo escuchar las cosas que dicen, en su mayoría, mentiras y disparates inverosímiles que nunca sucedieron. Yo sé que mi vida genera intéres en los medios porque vende, pero permítanme confesarles que esta circunstancia me resulta cada vez más pesada. Como en todo, en este sentido también nos hemos devaluado, ya no hay reglas ni límites, todo se ha vuelto barato, feroz y descarnado. Porque una cosa es vivir en una vidriera y otra muy distinta es ser acusada de asuntos que jamás te han pasado ni a kilómetros de distancia. Ver que tu nombre es utilizado con absoluta libertad por quien quiera, para decir lo que se le dé la gana, es algo realmente difícil de tolerar. Sólo lo podrá comprender en su verdadera dimensión quien lo haya sufrido. Hoy ya no importa la verdad, sólo se trata de llenar espacios y vender.
La gente que me quiere y me sigue hace años, intuye cómo son las cosas, me conocen (por lo menos, eso me dicen en sus cartas y cuando los encuentro por la calle). Ustedes son testigos de que cuando tengo algo que decir, simplemente lo digo, aun cuando en algunos casos posiblemente me convendría callar.
De manera que si alguien quisiera tener un poco de consideración, me encantaría que se limiten a contar la realidad y tengan en cuenta que más allá de todo, están hablando de una persona que no ha hecho nada que lastime a nadie y que, en el peor de los casos, ha cometido un único delito: el de elegir un hombre inapropiado. Desgraciadamente, no tengo toda la suerte que querría en el amor, pero también sé que ésta es una situación bastante frecuente en los tiempos que corren, ¿o no, chicas?
Susana Giménez