Córdoba
No me importa que me digan cholula
Susana Giménez estuvo en Córdoba y detrás de ella -como siempre- la más fiel seguidora de la conductora, Lorna. La periodista fue a buscarla y no la encontró. Pero lo que parece un fracaso, no es tal. Sin querer se topó con otra diva.
Analía Reineri.
No lo conseguí. Me dormí, no me acredité, me quedé afuera y no tuve la exclusiva. Yo quería hacerle una nota a Lorna Gemetto, la fan número uno de Susana Giménez . El miércoles, la conductora pasó por Córdoba para dar una charla en la Vieja Usina a beneficio de Conin, entidad que trabaja para combatir la desnutrición.
Por qué Lorna: porque nunca estuve con alguien así.
Ella tiene 29 años es de San Martín (Buenos Aires), abogada y “adora” a Susana Giménez. Cuenta en su blog que Su le mandó saludos por radio en 2002 y habló de ella en el último almuerzo con Mirtha Legrand en el 2005.
Creó varios sitios sobre Susana y antes de peregrinar para Córdoba se encontró con la diva: “Les cuento a todos que hoy tuve la alegría y el gran privilegio de volver a ver a Susana. (“…”) Susana salió tipo 16:30 y estuvimos hablando un ratito, yo le conté que iría a Córdoba y Susana me decía como que no fuera porque era mucho sacrificio, pero yo ya tengo la entrada, sino no iría porque ella me pidió eso. (“…”), me dijo que no hablaría de su vida y que yo sabía más de la vida de ella que los periodistas de allá. Me dijo que no duerma en la calle (en Córdoba) y que me abrigue, re cálida, dulce y protectora”.
Bueno, no hablé con la chica que le dedica gran parte de su vida a Giménez. Y para saber dónde durmió Lorna habrá que esperar que lo cuente en su blog.
Derrotada, me quedé dando vueltas viendo la cantidad de autos caros –en Córdoba, la Fundación Empresarial Siglo 21 participa de Conin- estacionados cerca de la costanera. Y comencé a hacer la pregunta más tonta: ¿Usted viene por Susana o por los chicos desnutridos?
Los policías Lucas y Andrés, me aseguraban que había mucho olor a perfume y que estaba lleno de “viejas paquetas”, personalmente creo que esa es una visión sesgada.
Franco y Marcos, dos adolescentes conchetitos, usaban las entradas que no habían podido aprovechar la mamá y la hermana de uno de ellos.
Colgada del brazo de un señor de bigote y camisa colorada, una señora aseguraba que valía la pena los quince pesos gastados “porque es un amor”. Otra ingresaba sola y me aseguró: “No me importan que me digan cholula”.
Adolfo fue para darle el gusto a su mujer aunque Susana le divierte.
Luisa y su mamá se aprestaban a pagar la entrada. Por sus caras, cuando se acercaban a la boletería se notaba que hacían un esfuerzo económico. Igual, la señora quería cumplir el sueño de conocerla en persona.
Una mujer monísima, primero arriesgo a decir que iba por Conin, más sincera largó una carcajada y dijo: “Por la Suuuuu, que es divina. Y posó ¿me parezco a ella?, preguntó.
Manuel de unos 20 años estudia en Córdoba pero es de La Paquita. Sentado en la escalinata de ingreso con su amiga Mariana estaba como loco. Ama a Susana, porque “centenares de rubias pasan pero ella queda, por su sencillez, simpatía, belleza…”. Poco previsor, no pudo juntar los 15 pesos de la entrada. Cuando me acerqué, abordé a Mariana que me paró en seco: “El rompebolas es él, sólo lo acompaño”. Manuel dice que si la tuviera enfrente, no le diría nada porque se desmaya. Le dije que se ponga en contacto con Lorna.
Alrededor de la Vieja Usina -como siempre que hay alguna actividad- había gente vendiendo cosas. La estrella de la tarde eran los largavistas de 10 pesos que no tenían mucha salida y, cuando alguna incauta se acercaba a comprar, no faltaba el gesto poco solidario de otra señora más prevenida: “No compre que hay pantallas gigantes”.
-“Qué necesidad hay de decir eso?, me comentó irritado uno de los vendedores.
También había una jovencita que vendía bolsitas de palitos salados. Levantó los hombros cuando le pregunté si quería estar adentro y aseguró que vendió “poquito”. Será demasiado colesterol para los dueños de los autos caros, falló el mercadeo. En fin.
Ustedes pueden pensar que fracasé en mi reportaje ya que sólo logré testimonios de ignotos fanáticos de Su, pero no se imaginan la satisfacción con la que regresé a casa. Como broche de oro –aunque casi se me pasa, recuerden que arranqué la nota diciendo que me dormí- tuve una exclusiva con Ella, la auténtica diva cordobesa. A mitad de camino entre Susana Giménez y Mirtha Legrand: la conductora de Ana María y la Gente, Ana María Alfaro habló y posó para Sosperiodista (no faltó la interrupción de una seguidora). “A Susana la conozco desde hace muchos años”, me habló y me dejó contenta.
sábado, 2 de septiembre de 2006
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