Susana Gimenez
Confesiones de una diva angelada
Dejó una estampa. Sus gestos y su propio perfume se entrelazan dejando un aroma de aire puro. Un bosque de eucaliptos la cobija. Como si el cielo se hubiera abierto para dejarla descender del firmamento. Susana Giménez despliega sus alas y su propio encanto. Unico. Irresistible. Una alfombra de hiedras la sostiene y soporta sus tacos de oro y diamantes. Sólo se escucha el silencio de una tarde que se despide. Todo fluye. Hay magia en el ambiente. Y está ella.
—¿Cree en los ángeles, Susana?
—Sí, creo que todos tenemos un ángel protector.
—¿De qué manera se comunica con el suyo?
—A veces, cuando percibo cierta mala onda, le digo a mi ángel: “Angel de la Guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día…”. Y siento como una protección. Una gran energía que me cuida y protege.
—¿Sigue creyendo en que hay vida después de la muerte?
—Sí, totalmente. Creo que hay algo mas allá de la muerte, algo más importante. Imagino un espacio maravilloso, muy pacífico, mágico.
—¿Piensa en la muerte?
—Por ahora, no pienso. Pero llega un momento en que, indudablemente, tenés que pensar en eso, ¿no?... También es cierto que hoy se habla mucho más de la muerte como parte de la vida. A mí en el colegio nadie me habló de la muerte, ¿entendés? Todo era como terrible. Oscuro. Ahora, todo ha cambiado: hoy una persona de 50 años sigue siendo una persona joven. Fijáte que pensaba retirarme de la carrera a los 38 años. Cuando comencé -en la época del “shock”-, nadie podía imaginar que la belleza perdurara tanto tiempo. Todo va cambiando, la moda, el pelo, los maquillajes. Hoy me veo mejor que cuando comencé. Claro, hasta que llegue a la curva descendente.... (ríe).
—¿De qué manera logró enfrentar el tiempo y mantenerse mejor y más atractiva que cuando comenzó su carrera como modelo?
—Teniendo disciplina y una voluntad prusianas. Este año me sometí a una lipoescultura en los brazos y en la parte posterior de la cintura. Pero mi cambio no está centrado en la cirugía. No quiero que las mujeres piensen que un “cirujano-mago” te quita una lonja de grasa y te transformás inmediatamente en la Venus de Milo. No es así, hay que cuidarse y trabajar el cuerpo. Tampoco es cierto que me haya puesto prótesis en los pechos, como se comentó. La única vez que me hice algo en las lolas fue en 1974, antes de filmar “La Mary”, y hace un par de años, en ambos casos, sólo para levantármelas un poco, nada más. Durante este verano inicié un tratamiento con el Dr. Máximo Ravenna, que cambió mi forma de comer. Ellos me envían las viandas a mi casa diariamente. Comida ¡riquísima! Pero cuando comencé lo primero que me dijo fue que tenía que comer la mitad de lo que estaba acostumbrada a ingerir diariamente. Es una cuestión de educación. Si uno logra comer la mitad de lo que comía, ya gana mucho. Pero, además, entreno todos los días.
—¿Qué tipo de ejercicios hace diariamente?
—Hago “bodywalking”, y no digo “caminar” o “correr”, porque al profesor no le agrada. Pero lo cierto es que camino todos los días durante treinta minutos. No hay que correr, hay que caminar para quemar grasas. Ahora adquirí estos conocimientos, y los aplico. Los fines de semana, en el campo, camino sola, con los perros que me siguen, pero no dejo de hacerlo nunca. Insisto, hay que caminar…, siento que recuperé salud. Te vas moldeando. Mirá lo que te digo, sólo con que las mujeres caminen y coman la mitad de lo que ingerían, el cuerpo les cambia notablemente.
—¿Cómo se enfrenta a las tentaciones?
—No tengo muchas tentaciones, los dulces, dietéticos…, bueno, salvo la vez pasada, cuando me invitaron a Córdoba y fui por un evento solidario, comí quince pastelitos fritos, calentitos … (ríe). ¡Casi me muero! ¿Merienda? Té solo, café no tanto. A veces como una galletita de arroz. Mate no tomo, me deja muy arriba.
—¿Y cuando quiere relajarse y transgredir un poco las exigencias de su dieta, tal vez, se permite tomar un buen vinito?
—Pero lógico. Un buen vinito tinto es fundamental. Eso es lo único. Tampoco por cuidarme la figura voy a ser Gandhi. Qué se yo, de pronto me pongo a jugar a las cartas con Jorge y un rico vinito nos tomamos. El también me sigue. Y nos reímos… Pero, la verdad, el secreto de mi cambio es la disciplina. Físicamente recuperé las formas. Estoy “más formada”. Ahora me peso todos los días, y compruebo que no engordo. Antes, ni loca subía a una balanza. No quería saber. Hoy, si me paso un kilo, estoy todo el día tomando agua y comiendo ensalada de frutas.
—¿Cuánto está pesando actualmente?
—Ah, no… eso no lo digo. Pero soy una mujer pesada. (Risas). ¡Adelgacé 10 kilos!
—¿Le gusta sumergirse en un buen baño de espuma? Mucha gente la imagina como una diva de Hollywood: pétalos de rosas en el agua, velitas aromatizadas…
—Soy muy rápida…muy ansiosa. No puedo perder dos horas en la bañera. A veces me ha pasado: preparo todo, las velas, la espuma que llega casi al techo, y cuando me meto en la bañera, ya quiero salir…
—¿Es amante de las cremas, los perfumes?
—Me pongo crema en todo el cuerpo, todos los días. Este ritual lo hago desde siempre. Es la única manera de cuidar la piel. Y con respecto a los perfumes, recién ahora estoy volviendo, de a poco, a poder usarlos con atomizador. De tanto ponerme y rociarme todo el día, tuve una alergia muy grande durante años.
—¿Cómo es la mujer de la televisión, fuera de la pantalla televisiva?
—Yo soy igual, completamente igual. Y sabés, creo que esa es la clave de todo. La vez pasada me preguntaron por qué la gente tenía tanta atracción conmigo. Y siento que esto sucede porque no soy una mina mentirosa, jamás los engaño, porque soy como soy…, qué sé yo, hago cosas como todo el mundo. Si tengo temores, los digo. No me callo nada. Nunca interpreté un personaje para la gente. Además, no soy tan tonta. Sé que parte de mi seducción es precisamente ser así, lo que soy.
—¿De qué manera?
—Así, natural, normal…accesible, simpática. Agradecida.
—¿Cuando se visualiza usted misma desde una pantalla de televisión, logra identificarse con la que dice ser?
—Yo casi nunca me miro. Te diría que nunca.
—¿Por temor al propio rechazo?
—Y sí, me hace mal. Por ahí noto que no me gustó esto o aquello. O no me gustan tantas cosas de mí. Lo que no me molesta es ver las películas que hice. Me divierte. Inmediatamente me viene a la memoria qué era de mi vida en ese preciso momento, qué hacía, con quién estaba…Tantas cosas vividas.
—Sin embargo, usted alguna vez comentó que sentía mucho pudor en volver a ver la película “La Mary”, que protagonizó junto a Carlos Monzón.
—Es cierto, me da mucha vergüenza.
—¿Qué es lo que la avergüenza?
—Lo fuerte que es…, es muy erótica. Yo no entiendo cómo hicimos una película así. En ese tiempo, 1974, haber filmado esas escenas era toda una provocación. Es más, tanto Carlos como yo fuimos amenazados por la “Tripe A”, y nos dieron sólo 24 horas para abandonar el país.
—¿Y usted qué hizo frente a las amenazas?
—¿Yo? Yo fui a hablar con López Rega. ¡Imaginate! No entendía nada, no sabía qué pasaba. Nunca olvidaré las palabras de un comisario, de apellido Villar, al que acudimos: “Quedáte tranquila, Susana, mirá si yo estuviera preocupado por el legajo de amenazas que tengo…”. A la semana voló por el aire. Le pusieron una bomba en su lancha, iba con su mujer. Todo un espanto. Con Carlos nos fuimos a Europa. Al tiempo nos enteramos por el diario “Crónica” que nos habían sacado de la lista negra. Y todo por las escenas eróticas de “La Mary”. Pero más allá de ese espantoso episodio, la película que dirigió Tinayre (Daniel) fue maravillosa. El libro lo elegí yo, y fui yo quien habló con Chiquita (Mirtha Legrand) para que Daniel la dirigiera. Y no me equivoqué. Lejos de mis pudores, es un clásico del cine nacional. Casi te diría, una película de culto.
—Más allá de su timidez, ¿la compartió con su novio?
—No, jamás la vimos juntos. Te dije, me da vergüenza. Es más, creo que Jorge nunca la vio…
—¿Qué recuerdos le quedaron de su romance con Carlos Monzón?
—Que fue una gran pasión. No fue ni el gran amor de mi vida ni un lecho de rosas. Carlos era un hombre muy difícil. Pero la pasión que teníamos el uno por el otro era incontrolable.
—¿Cómo es su vida lejos del estrés de la televisión?
—Este año estoy muy viajera. Voy, vengo. Estuve en Europa, en los Estados Unidos…, me hubiera encantado ir a esquiar. Todos los viernes voy a mi casa de Punta del Este. Me quedo los fines de semana, vuelvo a Buenos Aires, hago cosas para mí. Disfruto todo y de todo. No extraño nada de la tele. Pero nada.
—¿A qué hora se despierta?
—Cerca de las once, a veces un poco antes.
—¿Dónde desayuna?
—En la cama: un té y un yogur. Nada de tostadas ni galletitas. Harinas, no puedo comer.
—¿Qué hace apenas se levanta?
—Voy al baño, voy a hacer pis (ríe a carcajadas). No sé, me lavo los dientes…, esas cosas. Para mí, estar en mi baño es estar en la máxima intimidad.
—¿El baño se comparte?
—Ni loca, es de una bajeza total. (Contamos que el baño de la diva es lo más parecido a un spa cinco estrellas: bañera, jacuzzi, espejos por todos lados, sillones tapizados, pisos de mármol, luces al mejor estilo camarín de Hollywood.) Pudiendo… no lo comparto ni loca. Te voy a decir algo, si uno quiere ser “feliz de verdad”, tampoco debería de compartir la casa. Creo que estar en pareja y vivir separados, es lo ideal. Te genera un misterio y unas ganas permanentes. No, esa sensación horrible de decir “Uy, ya llegó el mueble”, cuando ves que tu marido entra en tu casa.
—¿De esta manera estableció su vínculo afectivo con su novio, Jorge Rama?
—Sí, así. Y no es la primera vez. Con Ricardo (Darín) estuvimos ocho años juntos, pero cada uno vivía en su casa. Sólo convivíamos durante los viajes al exterior y durante el verano. Y fuimos súper felices siempre. Fue una relación en la que nos reímos como locos y nos quisimos muchísimo. Para mí, vivir cada uno en su casa es muy sano.
—¿No la asusta la soledad?
—Al contrario, cada vez estoy más solitaria.
—Difícil imaginarla...
—¿Sola? ¿Y en silencio? Sé que a mucha gente le va a sorprender, pero el silencio, para mí, es lo que más me gusta en el planeta Tierra. Ni siquiera escucho música. A veces, por ahí, si me gusta un tema en especial, escucho algo, pero prefiero estar en silencio. Nada disfruto tanto. Además, nunca me aburro. Una vez, le pregunté a Woody Allen qué era para él la felicidad y me respondió: “Estar entretenido”. Y es cierto, si estás entretenido, no pensás en pelotudeces.
—¿Qué es lo que a usted la entretiene?
—La lectura, por ejemplo.
—¿Qué está leyendo?
—Ahora estoy leyendo un libro sobre los Borgia, pero acabo de terminar el último de Isabel Allende, y me fascinó. Ella es mi escritora favorita. Otra de las cosas que hago para entretenerme es “petit point”, bordo almohadones.....
—¿Quién le enseñó a bordar almohadones?
—Una viejita amorosa a la que le compré un tapiz. Me encantó el trabajo que había hecho y le pedí que me enseñara. Es facilísimo. Aprendí en un minuto. Me paso horas. Es terapéutico. Un lavado de cabeza total.
—¿Cuáles son los momentos que elige para bordar sus almohadones y hacer sus tapices?
—Cuando estoy en el campo de Punta, por ejemplo, con las perras que juegan y corren por el campo. Elijo una tarde de sol… o la noche, antes de dormirme. No soy de ver tanta televisión. Prefiero mis bordados. Otra de las cosas que me vuelve loca es jugar a las cartas con mis amigos. Juego a todo: truco, rumi, canasta... Lo que también me está gustando es organizar comidas en mi casa para invitar a la gente que quiero.
—¿Personalmente se encarga de cocinarle a sus amigos?
—Cocinar es lo único que no sé hacer. Te puedo limpiar una casa entera. Pero no tengo paciencia para la cocina. Si tengo que poner una comida durante cuarenta minutos a baño María, la pongo a dos, y ya estoy ansiosa. No me sale nada. Cocinar es un don, y no lo tengo.
—Pero seguramente tiene el don de ser una excelente anfitriona.
—Ah, sí, eso sí. Hago que toda la gente que viene a mi casa se sienta cómoda. Me gusta recibir a mis amigos con risas. No quiero que se sientan contracturados… armo juegos. Nos divertimos. Invito grupos diferentes y hablamos de todo. Lo que más me gusta es reírme. La risa hace mucho bien. La risa te salva.
—¿Es cierto que descubrió en la computadora un nuevo sedante?
—Yo no me duermo si no estoy tres horas, como mínimo, jugando con la compu. Juego a todos los jueguitos en los que hay que sumar puntos para ganar, cuantas más bolitas caigan, cuantas más cosas desaparezcan…, hay uno que también me fascina que es de letras, pero te juro que todo es tan veloz que me hace doler la cabeza. La compu se transformó en mi nuevo chupete electrónico. Más de una vez me quedé dormida con el mouse en la mano y la notebook encima de mí.
—¿Dejó las pastillas para dormir, entonces?
—No, las sigo tomando. Ya me acostumbré, qué sé yo... Me gustaría no tomarlas, pero tengo miedo de no dormir.
—¿Sigue con los antidepresivos?
—No es exactamente un antidepresivo, pero tomo una pastilla que me recetó mi psiquiatra hace tiempo y me pone de buen humor….Ahora no me hago problema por nada (risas).
—¿Continúa con sus sesiones de terapia?
—No, voy cuando lo necesito.
—¿Y de qué manera aprendió a superar los momentos de angustia o tristeza?
—Y como todo el mundo, te los tenés que bancar, y a la mierda. Y ser positivo. Además, uno tiene que saber que todo pasa. Todoooo. Quizá sea una frase muy pelotuda, pero es muy cierta y puede ayudar a mucha gente: “Todo pasa, aun lo peor”. A medida que voy creciendo y la experiencia me va enriqueciendo, me doy cuenta de lo profundo del significado. Vivo la vida con mucha intensidad. Vivir mi vida es como vivir cien vidas en una. Pero no me quejo, no tendría derecho a hacerlo. Me gusta ser así. Me mantengo entretenida.
—¿Por qué eligió Punta del Este para construir “La Mary”?
—Porque estaba acostumbrada a ir con Jorge (Rodríguez), porque allí tenía mis perras, mis animales, las plantas. Porque en Punta hay mucha seguridad, mientras que aquí no podría tener un campo y vivir tranquila. Allí, en Rincón del Indio, hay mucha paz, me encanta. Disfruto de todo. Del aroma de mi bosque de eucaliptos, de las rosas que planto…, qué sé yo.
—¿Usted personalmente se encargó de la decoración de su mansión esteña?
—Sí, estuve en cada uno de los detalles. Me encanta la decoración. Lo sigo haciendo. Cada rincón de mi casa está decorado y pensado por mí. Sabés, ahora que lo pienso, si no fuera quien soy, creo que arreglaría casas, es lo que más me gusta hacer en la vida. Hace 30 años que compro revistas de decoración…, soy curiosa, detallista. Sé que tengo buen gusto y me agradan las cosas lindas.
—¿Su mansión de Buenos Aires, su chacra esteña y su casa de Miami Beach fueron diseñadas por usted y cada una de ellas conserva su propio design?
—Sí, “La Mary”, por ejemplo, tiene un estilo entre español y mexicano, la casa de Miami, que está cerca del mar, es blanca, todo en colores muy claritos, y en la de Buenos Aires, respeté un estilo francés.
—¿Qué otras cosas disfruta?
—De mis animales, que los amo: tengo dos perras hermanas siamesas weimaraner: Rosa y Clara, y la Mary, un Jack Russell, divino, que le regalé a Jorge y que la vez pasada dijeron que era un perro vagabundo, ¡mi amor!….En Buenos Aires está la gata Beba y ahora se incorporó otra siamesa. ¿Te conté que una de mis perras aprendió a reírse como se reía Jazmín?
—¿Su perra se ríe como lo hacía Jazmín?
—Sí, te juro, porque yo les enseño a reírse. Clara es la que se ríe. Se acerca a mi cara y cuando yo me río, ella se ríe conmigo. Los animales son increíbles. ¿Y querés que te diga algo? Cuanto más conozco a la gente, más amo a los animales. No existe un amor más puro, menos interesado en el mundo.
—¿Rosa y Clara duermen con usted en el mismo cuarto?
—Ellas tienen cada una su sillón en el cuarto, pero, como los chicos, a la madrugada siempre aparece una encima de mí.
—¿Por qué está con Jorge Rama?
—¿Por qué? Porque es una persona sincera. Una buena persona. El me conquistó el día de mi cumpleaños, en Miami, sólo con una mirada, noble, transparente.
—¿Quién se atrevió a dar el primer paso?
—Fue algo mutuo. Todo se fue dando de a poco. Mis amigos me decían que Jorge estaba muerto por mí…, y, bueno, un día se dio.
—¿Encara a un hombre cuando le gusta?
—Yo sí, y sí, un poco tenés que mirar. Los hombres se dan cuenta inmediatamente cuando una mujer les responde a una mirada.
—¿Usted siempre eligió a los hombres que estuvieron a su lado?
—Tiene que existir una atracción mutua. Pero las cosas cambiaron mucho. Hoy las mujeres encaran al hombre de una manera impresionante. A mí me gusta el romanticismo.
—¿Cómo define la relación que mantiene con su novio?
—Es de un gran compañerismo… Jorge es un gran compañero. Cuando estamos viviendo juntos, él se levanta riéndose y se acuesta de la misma manera. Hace todo lo que quiero, sabe lo que me provoca felicidad. No sabe qué darme, cómo complacerme. Si yo propongo ir a tal o cual lugar, él siempre está dispuesto. Vamos a jugar a las cartas, vamos, vamos a ver una película, la vemos… todo. Es un santo. Es una gran persona.
—¿Resulta complicado para un hombre acompañarla?
—No, no creo. ¿Y sabés por qué?, porque sé disfrutar de la vida. Y con Jorge pasamos muchos momentos en que estamos solos. Y son muy buenos. Nos acompañamos. No nos invadimos. Ya no me divierte tanto salir a comer afuera. Prefiero estar en casa. Con Jorge no estamos conviviendo. Tampoco él se mudó a la Argentina. ¡Tener un novio uruguayo es fantástico! El vive en Montevideo, y yo acá. No puede dejar sus cosas, su trabajo. Generalmente, soy yo la que viaja a Punta. Y cuando estamos en la chacra, los fines de semana, estamos súper felices. Me ayuda a plantar rosas, flores de todo tipo. Yo planté todo un campito de lavandas. ¡Me encantan! Así estamos muy bien, en serio.
—¿Tiene pensado volver a la tele?
—Mirá, si están dadas las condiciones, y puedo hacer un programa fantástico y diferente, sí.
—¿Qué sería hacer un programa diferente?
—Mirá, todo lo que hice hasta ahora es lo que están haciendo hoy en la televisión: concursos de canto, de baile; siempre lo mismo. Y, la verdad, que llega un momento en que te rompe un poco.
—¿Ver que la copian?
—Ver que todas fueron y son “ideas de Su”.
Por Héctor Maugeri | Fotos MACHADO-CICALA
sábado, 30 de septiembre de 2006
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2 comentarios:
Lorna: La transcripción de la nota fue realmente excelente, manejaste bien la calidad y el sentido de la misma, mucho respeto ortográfico y por sobre todas las cosas muy oportuna la mesura, la cual siempre estuvo presente desde el principio hasta el fin.
Pero quisiera hacerte notar algo: No llego a comprender del todo, el porqué ponés al fotografo de la revista, siendo que no posteaste ninguna foto, es como pretender que nosotros (fieles seguidores tuyos) mediante un arduo trabajo de telepatía podamos conjurarnos y casi me animaría a decir mimetizarnos con el foco y el flash y en un estruendoso pero seguro y furtivo click, caer en la cuenta de los ropajes que vestian a nuestra diosa en ese momento justo y maravilloso, yo ahí no estuve, una lástima
Con el cariño de siempre, me dedspido de vos, deseandote un muy feliz año y una pronta recuperación.
Narda R
Hola Narda: perdon por la demora para publicar las fotos, es que andaba sin pc, pero acabo de subir las fotos para vos, espero que te gusten. Gracias por tu comentario y tu muy certera critica.
Un beso enorme,
Lorna
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