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martes, 20 de marzo de 2007

Nota a Susana de Caras

"Nunca pido nada, sólo agradezco"
Susana en su máxima intimidad

Lo primero que uno percibe es el aroma a madera. Profundo y penetrante. Un perfume sólido que acompaña la decoración de estilo europeo. Entrar al escritorio privado de Susana Giménez es entrar al exquisito mundo de la diva. “Yo me encargué de todo, lo pensé todo”, dice mientras lo recorre y muestra algunos de sus rincones preferidos. Bibliotecas de madera conviven con libros fotográficos y colecciones literarias. Hay premios de todos los tiempos y por cada uno de sus trabajos. “Y aquí –señala con orgullo- están los diez Martín Fierro que gané a lo largo de mi carrera televisiva. Obvio, el de Oro brilla en el centro. Me gustan los premios, a quién no. La verdad es que siempre es un estímulo al trabajo. Nunca encaré ningún proyecto especulando con un reconocimiento, pero cuando lo ganás, es increíble. La verdad que sí.” Una foto de su mamá, Lucy, sonríe tímidamente en blanco y negro desde un portarretrato dorado imperial. Es una de las pocas imágenes que protagonizan la mesa de su escritorio. “Es que mi mamá fue una de las personas más importantes en mi vida. La sigo extrañando. Teníamos una relación muy fuerte, éramos muy unidas. Me conocía como nadie. Es más, a la primera persona que llamaba por teléfono, inmediatamente después de terminar el programa, era a ella. Mamá siempre estaba ahí, para darme su opinión, un consejo. Nunca dejé de llamarla. ‘¿Y, cómo estuve? ¿Qué tal me quedó el vestido, te gustó? ¿Y qué me decís del programa?’ Nunca mentía. Era muy diplomática pero si tenía que marcarme un error, lo hacía sin lastimarme. (Pausa. Susana vuelve a mirar la foto de su madre) ¡Qué bonita era mi mamá!,¿no? Tan jovencita….”
La computadora – con plasma de 24 pulgadas– se convirtió, para la diva, no sólo en su conexión con el mundo, sino en su mayor entretenimiento y aliada. Maneja el mouse con agilidad y precisión, sobre una almohadilla colorada que imprime DIVA. Un muñequito de cerámica, que emula a su perrito Jazmín, parece controlar las pulsaciones cibernéticas. “Trabajo mucho con la compu. Desde que aprendí a manejarla, no paro. Se transformó en mi gran sedante. Me encantan los jueguitos, todos. Puedo estar horas y horas jugando. Ya lo dije, pero para mí, la compu es mi chupete electrónico. En serio, no te rías. Nada me relaja más que jugar antes de acostarme. Y duermo como un angelito. También estoy mucho con la notebook; en el camarín, por toda la casa, y hasta en mi cuarto. Respondo mails, navego por Internet cuando un tema me interesa y escribo o mando fotos a mis fans. La verdad es que estoy muy conectada y con la computadora trabajo mucho.”
Susana ama la decoración y la pintura. Sobre la mesa principal, hay libros de célebres pintores del siglo pasado y decoradores franceses. También de flores exóticas, jardinería y aromas. Todo está perfectamente ordenado en la Mansión de Barrio Parque. Un sillón mullido de tres cuerpos protagoniza otro de los sectores del escritorio. También hay mesitas estratégicamente distribuidas con lámparas inglesas, portarretratos de plata y objetos de arte que compró durante sus viajes por el mundo. “Personalmente me encargué de la decoración de esta casa. Cada uno de los ambientes está pensado y diseñado por mí. Creo que de no haber sido lo que soy, hubiera sido muy buena en el business design. Soy detallista, meticulosa y sé que tengo buen gusto. El escritorio es uno de los lugares preferidos de mi casa. Aquí estoy bastante tiempo. Cuando no trabajo –como el año pasado– paso muchas horas aquí adentro. Me gusta su calidez, la energía que transmite. Todo es muy cálido. Ya de por sí, que sea todo de madera, y no tan oscura, le da un toque distintivo y muy acogedor. La alfombra la traje del exterior y la boiserie es rusa. El escritorio me lo regaló Jorge Rodríguez, apenas me mudé. Lo significativo de este lugar es que aquí se respira calidez y trabajo. Porque en cada rincón hay un recuerdo que está directamente relacionado a un instante de mi carrera profesional.
—Y hablando de su carrera profesional. ¿Qué significa volver a la televisión celebrando sus 20 años?
—Me emociona. Me siento halagada por la gente y muy entusiasmada por la vuelta. Nunca imaginé en mi vida que iba a llegar a esto. Todavía recuerdo la primera vez que pisé el estudio de ATC. No podía creer, estaba tan nerviosa. Bueno, en realidad, cada vez que inicio un ciclo, los nervios del debut siempre están. Se me va la voz, estoy ansiosa…y me pregunto “¿Quien me mandó a mí a dejar el magisterio?” Pero la verdad es que hacer este programa es un placer. Y lo más importante es que decidí volver por la gente. Para celebrar con ellos. No es fácil estar en el aire todos los días. Tenés que ser muy disciplinado y cuidarte mucho la salud. A mí trabajar me hace muy bien, me energiza.
—Algo la debe de agotar.
—Te juro que no….sí, por ahí el tener que cambiarme tanto de ropa, caminar con los tacos tan altos, los ruleros, el secador…..eso sí me mata. Lo que más extraño de mis vacaciones es justamente no tener que soportar que me tiren del pelo. ¿Sabés lo que es cambiarme tanto de ropa, estar divina siempre? Ojo, soy muy resistente. Trabajar no me cansa, al contrario, me estimula. A mí la energía no me la saca nada ni nadie. Por suerte, Dios me la dio. Y es algo que tenés o no tenés. No se enseña ni se aprende en ningún lado. Es como ser alto, bajo, blanco o negro.
—¿Qué otras cosas le dio Dios, además de la energía?
—Muchas cosas….Dios me da muchas cosas. Me ha dado todo. (Susana se queda un segundo en silencio, pausa). No quiero ponerme a pensar en todo lo que me ha dado porque me emociona, te juro. Yo soy una mujer muy agradecida. Nunca pido, sólo agradezco. Siempre tuve sueños, sabés, pero jamas pensé en llegar adonde llegué. La tele, a lo largo de estos 20 años, me fortaleció. Permitió que ingresara a la casa de la gente de una manera única. ¡Dos generaciones de argentinos crecieron conmigo! Dios mío, es increíble.
—¿La televisión la convirtió en un mito nacional?
—Eso lo tiene que decir la gente.
—¿La misma gente que la estimuló a volver a la tele?
—Sí, no paraban de pedírmelo, me lo decían en todos lados. Aquí, en la Argentina, y en el exterior. Fue importante para mí saber que todavía me estaban esperando. Por eso, celebrar estos 20 años con mi público, para mí, es fundamental. No podía ser de otra manera. Durante este último año viajé por el mundo, disfruté de cada uno de mis paseos. Nada me hace más feliz en la vida que viajar. Por eso, yo me había propuesto ir al Mundial, y pude hacerlo. También disfrutar del verano europeo. Estuve mucho en Miami, celebré mi cumpleaños en Las Vegas y no paré un segundo. Vi el show de Celine Dion y la amé. Realmente me cautivó, ¡no se puede ser tan genia!!!! Fui mucho al cine, y vi todas las películas nominadas al Oscar. Leí, descansé, estuve en silencio, cuidé mis plantas en “La Mary”, la chacra de Punta del Este, y seguí conectada con la decoración y el diseño. También bordé algunos almohadones que, como sabés, es una de mis mayores terapias. Nada me desconecta del mundo como el “petit point”. Ahora estoy bordando con colores tierra y figuras más artesanales. Pero como yo siempre digo, todo pasa. Y el tiempo de descanso terminó. Yo no soy una persona quejosa. Nada más lejano a mí. Ahora vuelvo a estar conectada con el trabajo y con el enriquecimiento que siento por parte de la gente. Y esto, para mí, es fundamental.
—¿Qué cambios provocó dentro de la estructura de su nuevo ciclo la llegada de Gustavo Yankelevich como productor general?
—Muchos, tenerlo a Gustavo al frente del programa es muy importante. Es un hombre del medio que sabe muchísimo de televisión y me siento absolutamente contenida y respaldada. Sabe de lo que habla. Gustavo es muy serio y tiene un background impresionante. Fui yo la que lo fui a buscar. Me presenté en su oficina y le dije la verdad, que él era la única persona que lo podía hacer. El estaba prácticamente alejado de la locura cotidiana de la tele. Ahora me dice que hasta mi llegada era un hombre tranquilo, feliz, pero que yo le arruiné la vida. (Se ríe). Que no puede dejar de pensar en el programa, que se despierta a las cuatro de la mañana y que tiene a Susana Giménez acá. (Señala con el dedo el centro de la frente). No, la verdad es que yo estoy súper feliz que Gustavo esté a mi lado. No hubiera podido sin él.
—Yankelevich aseguró que lo que pretende para Susana Giménez 2007 es: humor, emoción y fiesta.
—Absolutamente, es lo que pretendemos, entretener. Lograr un programa de calidad, con estelaridad y sorpresas. Divertirnos y hacer que la familia se distienda. Por eso era importante recuperar el horario de las ocho de la noche. No quiero hacer nada que no me provoque felicidad. Quiero divertirme y divertir. Compartir con la gente la emoción. Que el programa sea una gran celebración.
—¿De qué manera comparte su novio, Jorge Rama, este tiempo de trabajo y de vuelta a la televisión?
—Dejándome tranquila. Esa es la mejor manera. Jorge no es un tipo invasivo, no se mete para nada. El está con su trabajo, en sus cosas. Me respeta. Hablamos mucho por teléfono. Es muy compañero. Y a esta altura de mi vida, la compañía, el saber que alguien está a tu lado y te apoya en todo, es muy importante, casi indispensable. No me reclama, no me está diciendo: “pero cómo, ¿hoy tampoco nos vemos…?”. Todo lo contrario. Me ayuda a calmarme desde la comprensión, desde el respeto. Por eso estamos juntos y nos seguimos eligiendo. Porque hay amor y cuidado dentro de la pareja. No convivimos, él vive en el Uruguay, donde tiene sus negocios, y yo aquí, con mis cosas. Nos vemos los fines de semana, cuando él viene a estar conmigo en mi casa, o estamos juntos en la chacra de Punta del Este.
—¿Qué es lo que más disfruta de su pareja?
—El tiempo que estamos juntos con nuestros animales. Jorge es un tipo de un humor brutal. Se levanta y se acuesta riéndose. No sabe de qué manera complacerme. Le gustan las mismas cosas que a mí, jugar a las cartas, ir a ver una película, caminar en silencio con nuestras perras, plantar flores. No te imaginás la cantidad de plantas que hemos plantado en La Mary. ¡Hasta hicimos un campito de lavandas! Y ese compartir fortifica la relación. Yo soy bastante tranquila y casera, más allá de toda mi energía. Me gusta disfrutar de la vida. De la naturaleza, por sobre todo. De chica siempre soñaba con tener un lugar lleno de animales. Y lo conseguí. Nada me hace más feliz que caminar o tirarme a leer un libro cerca de Rosa, Clara y la Mary ( sus dos perras siamesas Weimaraner y el Jack Russell que le regaló a su novio). También tenemos peces en una lagunita y nos encanta darles de comer. Al torito Tito, que lo crié con mamadera, lo tuve que dar a una persona de súper confianza que trabaja en la chacra. Ahora me contaron que es todo un galán y que no hay vaca que se resista a Tito (se ríe a carcajadas). Definitivamente, el contacto con los animales es mi cable a tierra. Y el silencio.
—Difícil imaginarla en silencio a Susana Giménez.
—Amo el silencio y la soledad. Lo que más me costó cuando comencé a trabajar fue tener que hablar tanto y con tanta gente a la vez. Otra vez el télefono, la agenda, las reuniones. Amo mi trabajo, pero con la misma intensidad amo el silencio. Es más, casi te diría que no escucho música. Me gusta la tranquilidad de mi casa, estar con Nina, la nueva gatita siamesa que vive conmigo, y leer. Leo todo lo que puedo y más. Amo a Isabel Allende y los libros de historia y las biografías. Miro revistas de decoración, de diseño y mucha moda. No te olvides que en el programa tengo que lucir un modelo diario. Estoy permanentemente actualizada. Este año, durante las vacaciones, me dediqué a estudiar las nuevas tendencias de las próximas temporadas. Compré mucha ropa y zapatos (sandalias, botas y carteras, mi debilidad) de los más destacados diseñadores. A la gente le gusta verme cambiar. Y a mí me encanta sorprenderlos permanentemente con diferentes looks y estilos. Pero cuando todo se apaga, y apago las luces de mi camarín, voy en búsqueda de la quietud. De la templanza.
Dice templanza y una vez más, el aroma a madera de su escritorio parece acompañar su frase hacia el final. Entonces, uno recorre los rincones por última vez: libros, recuerdos, distinciones. Pero una pintura, con la chica que hizo “shock” -sosteniendo un leopardo sobre sus hombros- se funde con una foto en blanco y negro de una nena de seis años, con sus piernitas largas y un vestidito corto posando en Mar del Plata. Las dos, bautizadas con el mismo nombre: María Susana Giménez Aubert, o simplemente, Susana.

Por Héctor Maugeri | Fotos: MACHADO-CICALA


La diva de la televisión, sentada en su escritorio, responde llamadas y trabaja con su computadora. Dice que es uno de los lugares preferidos por su calidez.


“Antes de cada debut me pregunto lo mismo: ‘¿Pero, por qué se me habrá ocurrido dejar el magisterio?’. Al segundo, sé la respuesta.


Recostada sobre un enorme sillón de su camarín, la diva despliega sensualidad y encanto. Para esta temporada eligió pintarlo de blanco (antes todo era colorado). Su touch: la gran alfombra de leopardo.

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