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domingo, 11 de marzo de 2007

Nota a Susana de La Nacion

La diva se prepara para volver con su programa a Telefé

Para Susana Giménez, veinte años no es nada

Con producción de Gustavo Yankelevich planea varias sorpresas, recupera su horario histórico y critica la TV morbosa





El año 2006 fue extraño en la televisión argentina. Ahora con la perspectiva que aporta la distancia de los meses pasados es posible ver que el nivel de competitividad y de ansiedad que proyectó la pantalla chica el año que pasó fue inédito. Y que si a la TV le sobraron los costados filosos y las rispideces varias, lo que le faltó fue un lado amable, blando, hasta dulce. Lo que le faltó a la televisión modelo 2006 fue Susana Giménez. Pero ahora la diva está de vuelta. En unos días o semanas, con fecha todavía a determinar, Susana estará de regreso en Telefé, en su horario histórico de las 20, y con la producción de Gustavo Yankelevich. Y éste no es un regreso cualquiera: este año el programa y su conductora cumplen veinte años en el aire.

Al final de un día agitado, como son todos sus días en esta etapa de preproducción del ciclo, Susana recibe a LA NACION en el living de su casa. Calmada antes de la tormenta de un nuevo debut, la conductora tiene ganas de charlar de todo, pero sobre todo del medio del que es reina hace ya dos décadas.

–Después del sabático llega un año con mucha actividad, con aniversario.

–El año pasado ya está, ya pasó. Lo gocé mucho y fui muy feliz, y la verdad es que me lo merecía porque 2005 fue muy complicado. Y sobre todo por todos los años que estuve sentada en ese camarín. Ahora pasé del descanso a estar a full todo el día con grabaciones, con muchas cosas por definir, escenografías, vestuario. Pero lo hago con entusiasmo preparando este año que es mi aniversario de veinte años en el aire.

–Mirando hacia atrás da la impresión de que 2006 fue un buen año para parar. La competencia televisiva se volvió bastante despiadada.

–Ese es un cambio que ha hecho la TV en general, esta especie de guerra destructiva. Siempre se dijo que la televisión era una picadora de carne, pero la verdad que exageraban un poco. Era divertidísimo. Pero ahora cambió porque la competencia es diferente. Tenemos 70, 100 canales. Y los cables ya tienen publicidad así que funcionan como canales abiertos. Ahora sí que es bravo.

–¿Cuán importante es recuperar tu horario de las 20?

–Muy importante, éste es el horario para el entretenimiento, para que toda la familia esté frente al televisor. La mujer está cocinando, los chicos ya hicieron los deberes y llegó el padre. Es la hora de ver a Susana. Los últimos 14 años, creo, estuve en ese horario. Siempre fui la opción a las noticias.

–Y ahora serás la opción frente a la TV Gran Hermano.

–Es impresionante, no hay otro programa que haga 30 puntos en este momento. A mí, la verdad el género reality show no me interesa mucho. No me interesa espiar a nadie.

–¿Por haber sido tan espiada siempre, tal vez?

–Y claro. Es lo que me han hecho toda la vida y yo me baso siempre en aquello de “no hagas al otro lo que no quieras que te hagan”. Sé que Gran Hermano es un fenómeno increíble. Que lo ve gente de todos los niveles sociales. Lo critican pero lo ven. Es que al día siguiente si no lo ve, la persona se siente un outsider. Si en la oficina te hablan de eso y en la peluquería también, lo tenés que ver porque, si no, te quedás afuera. No podés decir : “Es que yo estuve viendo televisión española”.

Susana se ríe con esa risa que la pantalla chica reprodujo tantas veces en estos veinte años. Esa risa que contagia hasta al más serio de los televidentes, que es parte esencial de ese carisma que la transformó en una de las figuras más populares y queridas de la Argentina. Una figura que cuando fue tiempo de volver a su programa se encontró sin productor. Y que pronto armó una lista de candidatos con un solo nombre: Gustavo Yankelevich. El hombre que solía guiar los destinos de Telefé, que hace tiempo cultiva el bajo perfil.

–¿Cómo se armó esta sociedad Giménez-Yankelevich?

–Yo lo fui a buscar. Porque cuando terminó el último programa de 2005 con Luis [Cella, su productor histórico] nos miramos y dijimos “hasta acá llegamos”. Fue un año muy duro para los dos y él no quería más. Estaba cansado. Y cuando empezamos a hablar con el canal por este año nos preguntamos “¿quién?”. Salió el nombre de Gustavo y lo hablé con Claudio [Villaruel]. Le pareció bien pero ninguno de los dos nos animábamos a decirle. Finalmente fui a su oficina y le hice la propuesta. “Me estás jodiendo. No, yo ya me retiré”, fue su respuesta. Y yo le retruqué: “¿ Quién mejor que vos?” Me pidió tiempo para pensarlo pero enseguida me di cuenta de que lo tenía.

–¿Y cómo será la estructura del ciclo, con la nueva producción?

–Tenemos muchas cosas, creo que se está gastando más dinero de lo que se estaba gastando en otros años. Esa es la lucha que tiene Gustavo, yo ni me meto. Quién mejor que él para saber en qué vale la pena gastar y en qué no. Hay dos o tres formatos especiales (ver aparte) más la rutina diaria, los juegos y los invitados. Estamos tratando de que todos los artistas internacionales que vengan a la Argentina pasen por acá. No es fácil porque Canal 13 también tiene sus figuras. Pero ahora por lo menos hay algo, porque pasamos una época en la que hacíamos televisión con nada. Si hasta les cortaban los remises a las productoras. Así y todo siempre fueron programas divertidos los que hicimos. Los concursos de baile, de canto, me encantan y los hicimos toda la vida. Pero hicimos de todo: carrera de perros, la gente comiendo huevos duros. Me criticaron muchísimo por eso.

–Es que en un momento hubo una saturación porque ShowMatch también presentaba sus números de fenómenos.

–Llega un momento en que te saturás, claro. Mi programa y el de Marcelo siempre fueron diferentes pero hubo un momento en que no. No quiero decir nada. Gustavo me dice: “No hables de nadie”, pero... Me da bronca. Porque no puede ser que no haya ideas originales, que veas lo que está haciendo el otro un día y lo copies al siguiente.

–Ahora ya no te tocará competir contra Marcelo Tinelli. ¿Es un alivio?

–Y es que tenemos programas “parecidos”. No tanto en el contenido pero los dos programas tienen algo de familiar, de entretenimiento. Es bueno que al ser los dos primeros no tengamos que competir. No era divertido eso.

–Encima en 2005 también estaba el programa de Maradona en esa franja.

–Claro. Era impresionante eso. Estuvo muy bien hecho por el 13 ese ciclo. Tiraron la casa por la ventana. Era una producción tan grande que era imposible hacerla diaria, pero el canal se jugó bien.

–Y allá fuiste para demostrar que no todo es pelea en la TV.

–Me encantó ir. Y la verdad es que yo no puedo pelear, no me gusta eso. Soy muy diplomática. A mí no me gusta la polémica. Tirar dardos no es lo mío. Hago lo que me hace feliz y a mí la polémica y la enemistad no me hacen feliz. Burlarme del otro no me hace feliz. Y yo siempre hago lo que me hace feliz.

Claro que hubo un tiempo, en la temporada 2005, en que a Giménez no se la veía muy contenta con lo que sucedía con su programa. Especialmente con los horarios estirados y manoseados para encajar en la estructura de una televisión con muchos competidores hambrientos y muy poca comida para repartir.

–Nunca estuviste muy de acuerdo con cambiar tu horario y la duración del programa, ¿no?

–No, porque me parecen cosas poco profesionales. Eso no pasa en ninguna parte del mundo. Si está hablando Larry King, son las doce, lo cortan hasta mañana. Por ahí el tipo estaba hablando con el que acaba de matar a Kennedy y lo cortan igual. Porque la televisión es para el pueblo, para el público, pero también para los anunciantes. Los tipos compran determinados espacios. Para mí es una cuestión de profesionalismo. Jamás estuve de acuerdo con estirar los programas.

–Y tampoco te convence mucho lo del rating minuto a minuto.

–Me parece que no es para nosotros, para los artistas. Es para la producción. No podés estar haciendo una nota fabulosa con el que mató a Kennedy y que te digan: “Esto no mide. Ahora va Nelson, el enano”... Pobre, se murió Nelson.

–A veces parece que el minuto a minuto marca la pauta de lo que es la televisión hoy.

–Sí, y ahora todas las notas son a los drogadictos, a los borrachos. ¿Por qué yo tengo que ver una clase de cómo se arma el “paco” por TV? La tele entra en la casa de la gente y hay chicos. Hay cosas que a mí me molestan. Porque también hay que mostrar el otro costado, a la gente que hace cosas buenas, que le va bien. Hay otra cara para mostrar. Nosotros tenemos la obligación de hacer otra cosa, porque la gente ve lo que le ponen. El televidente muchas veces está indefenso. Y lo morboso te atrae, lo sórdido del ser humano.

–En el tiempo que no estuviste, ¿te daban ganas de volver?

–La verdad es que cuando estaba viajando no tenía ganas de regresar. Para mí es fantástico viajar, conocer el mundo, nutrir el alma, ver cosas divinas. Así que ahí no extrañaba nada. Pero cuando empezó a pasar el tiempo ya era otra cosa. Pero igual sabía que iba a volver. Porque eso es lo que había arreglado con el canal. Además, la gente me decía cosas tan divinas. La verdad es que pensé: “No puedo no festejar los 20 años con la gente. Porque la gente me dio todo. Yo trabajé mucho pero si no tenés el apoyo del otro lado... Conmigo siempre estuvieron y eso lo tengo que agradecer.

Natalia Trzenko

Famosos intrépidos



Entre las novedades que se verán este año en Susana Giménez, la única que logró escapar al secreto que intenta preservar las sorpresas es “El circo de las estrellas”. Se trata de un formato de Endemol en el que un grupo de 16 famosos (entre otros, Leticia Brédice, la leona Luciana Aymar, Juan Alberto Mateyko y Nazareno Casero) entrenarán para realizar diferentes pruebas circenses que presentarán en el programa. Cada uno de ellos, por el solo hecho de participar, apadrinará a una escuela rural y se someterá a la votación del público, que juzgará sus actuaciones.


“Se están entrenando desde el 1° de febrero. Es impresionante ver cómo avanzaron. No se puede creer lo que hacen. Esto demuestra que si vos a cualquier persona en el mundo la incentivás y le despertás las ganas, el cuerpo humano y la cabeza se abren como una flor”, dice Giménez.

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